jueves, 22 de septiembre de 2011

Fotos

Este es mi pasatiempo preferido.
Fotos a la naturaleza...

lunes, 15 de agosto de 2011

LAS CARTAS QUE NO LLEGARON


En aquellos días en los que ni las computadoras ni el Internet existían, había un sistema de comunicación tierno, de entrega total, con las huellas propias de cada ser humano, de signos, rayones y muchas veces, de ininteligibles letras, que llamábamos cartas y eran distribuidas en las casas y oficinas, por los carteros.
Por mi casa pasaba uno de ellos todos los días. Él era un hombre pequeño, de cabello cano, un gran bigote blanco, una tierna sonrisa, piel un poco rosa y su quepis gris. Su pantalón era de color azul, con una línea gris a cada lado y una impecable camisa amarilla clara de manga larga, puños grises, con el emblema de Adpostal rojo y blanco en el bolsillo derecho. A este señor lo vi envejecer año tras año, al igual que a la “señorita Elena” quien vivía en la parte superior del edificio.
El cartero le llevaba religiosamente cada quince días una carta a la señorita Elena, siempre en sobre diferente, en esas esquelas hermosas que salían antes, con unas estampillas que me derretían de la envidia, pues eran de China y yo tenía una linda colección de estos sellos; me daba pena pedírselas, pues le brillaban de una manera tan especial los ojos cuando las recibía, que mi voz se atragantaba para decirle algo. Sentía que le robaba parte de ese ser que tanto anhelaba.
Las letras que se dibujaban en esas cartas, sólo llevaban palabras de amor, que para ella eran alientos de vida. Eran como un bálsamo de felicidad. A veces me las mostraba y otras, me leía algunos apartes de ellas. Parecían poesía viva. Tenían tal descripción del amor que él sentía por ella, que el cielo, por más gris que fuera, se tornaba azul.
En las cartas, su amado le decía que cuando ella pudiera irse a reunir con él, la estaría esperando; que sus días se daban sólo por pensar que ella estaría a su lado en algún momento de su vida, pero la señorita Elena, como buena hermana que era, tenía la promesa de cuidar a su hermano hasta el final y él lo sabía.
Ella era preciosa. Tenía unas facciones muy pulidas, parecía una griega, con excelentes proporciones y piel suave. Sus ojos un poco almendrados de un color entre verde oliva y musgo, se tornaban rasgados con su amable sonrisa. Sus labios siempre llevaban un rosa brillante, que combinaba con su piel blanca. El cabello era castaño claro hasta los hombros y tenía un cuerpo armonioso que movía graciosamente al caminar. Siempre estaba de zapato alto y falda. Jamás la vi usar pantalón. Tenía las piernas contorneadas y rectas. Nunca la noté de mal genio o molesta por algo, aunque llevaba su cruz con el cuidado de su hermano. Él era una buena persona, pero bebía hasta altas horas de la noche. Juan se llamaba. “Don Juan” le decíamos en casa. Era un señor alto, también de lindas facciones, pero que tenía el dichoso vicio del licor.
En casa le decíamos a la señorita Elena “que dejara al hermano y que hiciera su vida”. “Que él ya estaba crecido y sabría cómo salir adelante”. “Que su amado la esperaba y contaba con ella para poder continuar su vida”. “Que el tiempo nada devolvía y que estaba perdiendo sus mejores años de vida”. Pero no, nuestras palabras se las llevaba el viento, porque, insistía en decir, que ella le había prometido a su padre moribundo que estaría con su hermano hasta el final y eso, era una promesa sagrada. Su amado, como dije, era consciente de la promesa y respetaba esa decisión.
El tiempo siguió, Don Juan empezó a enfermarse y para colmo, a la señorita Elena, dejaron de llegarle las cartas. Ella miraba por el balcón de su apartamento o por la ventana de su habitación, en busca del cartero, pero éste jamás volvió a verse. Pasaron los días, los meses y su elixir, no aparecía en lo absoluto. De todas maneras, ella escribía diariamente unas letras para su amado, como dando respuesta a las cartas que no recibía, tal vez por la costumbre o quizás para darse un poco de ánimo. -¡No puede ser que me haya olvidado!-, se decía o -A lo mejor está enfermo-; se comentaba como para no desfallecer. ¿Será eso posible? Y si fuera así, -¿Quién lo estará cuidando?- y de pronto -Si se golpeó en la cabeza, ¡tal vez por eso me ha olvidado!-. Se decía una y otra vez. -¡Esto no puede estar pasando!- Empezaron a rondarle mil ideas por la mente. Trató de lograr entender de manera lógica que podría haber sucedido, pero nada concreto le surgía. Sin embargo, ella le seguía enviando sus escritos, comentando el día a día, aun sin recibir respuesta alguna. Pensó entonces en llamar, pero igual, no tenía el número y en ese entonces, era muy costosa una llamada al exterior y ¡menos a China! Para colmo había que ir a unas cabinas especiales para ello, y si hubiese tenido el número, el dinero no le hubiera alcanzado, pues Don Juan, lo que antes derrochaba en licor, se lo gastaba ahora en la compra de los medicamentos para su enfermedad. Le habían diagnosticado cirrosis e imagino que generada por el exceso de licor.
Los días fueron pasando, días que se convirtieron en años, no muchos realmente, pero la señorita Elena, empezó a demacrarse y a envejecer prematuramente.
El médico dijo que Don Juan, debía tener unos cuidados muy especiales si quería tener unos años más de vida y que no era prudente que consumiera más licor. Decidió dejar de beber, pero la cirrosis ya había hecho lo suyo. Cada vez se veía más pálido.
No sé si pensar que afortunada o infortunadamente, la vida de la Señorita Elena, convirtió su tiempo en entrega única y exclusivamente para su hermano. Tenía que insistir en que se alimentara, en bañarlo, en vigilar que no se ahogara con los vómitos de sangre, en fin, enfermera privada las 24 horas y ya no había tiempo de pensar en nada más.
A veces tenía que cambiar hasta tres veces al día las sábanas, todas untadas de sangre. Otras veces debía lavar el piso cuando Don Juan tenía vómitos oscuros sobre él. Ella sin impacientarse, hacía su oficio. Al fin de cuentas, le estaba cumpliendo la promesa a su padre y con esto se sentía aliviada, aun cuando en estos momentos realmente necesitaba de un apoyo, obviamente más moral que económico y así volvía a su mente la ausencia presente de su amado. Sí, él realmente no estaba ahí con ella, pero su pensamiento hacía que la acompañara día a día, y eso la mantenía viva.
Un día la señorita Elena, salió a la Farmacia de la esquina, muy preocupada porque Don Juan tenía las manos muy rojas y las venas muy visibles en el cuerpo, como telarañas de sangre en la piel y fue a preguntarle al farmacéutico qué opinaba sobre el asunto. De pronto vio en la entrada de la farmacia, a varias personas reunidas, hablando de algo que llamó su atención de manera muy especial. Los vecinos, comentaban que algo extraño debería estar pasando por esa parte del barrio, porque a varios de ellos que ya estaban jubilados, los cheques les habían dejado de llegar a sus casas y a otras personas que tenían convenios por correo, no las habían vuelto a recibir. Los jubilados habían tenido que ir a los bancos, en donde les decían que los cheques habían sido expedidos y a las otras personas de las suscripciones, también les habían informado que evidentemente se enviaron a las direcciones consignadas en su debido momento de la compra. Pues bien, la señorita Elena no dijo nada, habló con el farmacéutico quien le dijo que era importante que viera mejor al médico que estaba tratando a Don Juan. Salió de allí, casi sin dar las gracias, porque ya tenía en la cabeza otro asunto más por resolver. Llevó a Don Juan al médico. Lo dejaron hospitalizado en cuidados intensivos. El médico le dijo que no se preocupara que él estaba en buenas manos, que se fuera a descansar. Dudó un poco en salir, pero recordó que tenía algo pendiente por averiguar.
Regresó a su casa, y fue a hablar con las personas que antes había visto hablando del caso de los correos. El corazón le latía con gran fuerza, como si presintiera algo. Habló con este, y aquel, hizo cálculos y sí, a ella también le hacían falta sus cartas desde la misma época.
Hizo que cada uno escribiera su caso y lo firmara. Se fue para la oficina de correos, expuso su tema con el Jefe de zona del Correo y le dijo que miraría el asunto. Ella no le vio como mucha celeridad para hacer la diligencia y es entonces cuando le muestra las cartas de sus vecinos.
El Jefe tomó las cartas, vio que el asunto era serio realmente y dijo que pronto le daría respuesta, que él personalmente se apropiaría de la investigación. Empezó a mirar las fechas y concordaban claramente con la muerte del antiguo cartero de la zona. Miró las rutas y a los encargados del recorrido. Empezó a estudiar todo, y en unos días, notó cómo uno de los carteros, Jaime, justo el asignado a esa franja, era el primero en llegar a la oficina después de la jornada y siempre se le veía bien puesto.
Habló con todos los compañeros de éste y le comentaron que hablaba poco, que era más bien tranquilo y relajado en su desempeño. Además, siempre se le veía muy descansado por mas trabajo que tuvieran. El Jefe decidió enviarle un compañero nuevo para vigilarlo, con el pretexto de que le diera una inducción. Jaime, sacó mil pretextos y se reportó como enfermo para el día en que tenía que dar la inducción y sugirió que alguien fuera con el chico en otro recorrido. Esto no le gustó para nada al Jefe, y decide ir a visitarlo a su casa. Fue con otro de los carteros, tocaron la puerta, la esposa abrió la puerta a medias, dijo que estaba dormido, que no podía moverse, que regresaran mas tarde, pero el Jefe insistió en verlo, porque dijo que era política del correo, preocuparse por sus empleados. A la señora no le quedó otro remedio que abrirles la puerta y dejarlos pasar, cuando ¡oh sorpresa!, los corredores estaban llenos de cajas con cartas, perfectamente organizadas. El Jefe y el cartero invitado solo se miraron, justo en el momento en que Jaime salió medio dormido de su habitación. Ante el asombro de ambos, él explicó que: -Era que había demasiado trabajo y no alcanzaba a entregar esa parte del correo-. Argumentó: -Que él trataba de llevar lo que podía, pero que ese trabajo al sol y al agua, a veces le afectaba-. Sin más, se dejó caer sobre el sofá de la sala, a la espera de las autoridades, pues sabía lo que le esperaba. La esposa, dijo que ella lo único hacía, era organizarlas.
Mientras tanto, la señorita Elena, ya en el hospital, era informada de que su hermano ya estaba en los últimos momentos de su vida y que ya nada podían hacer por él. Pidió autorización para estar a su lado hasta el último momento. Leyó el periódico para relajarse un poco; cuando de pronto vio la noticia sobre un cartero que estaba preso, porque había guardado en su casa cartas y que tenía por lo menos, una tonelada y media de peso en ella. Solicitaban a las personas que habían sido afectadas por este hecho, para retribuirlas por los posibles perjuicios que hubiesen tenido y que ya estaban enviando todas las cartas que no habían sido entregadas. Esto le dio una felicidad muy grande, porque sabía que tendría las suyas. Así lo sentía y por fin tendría sus letras de nuevo. Ella había sido constante en su comunicación y vería recompensada su fe.
Le comentó a Don Juan la situación en su lecho de muerte; él le sonrió, le tomó de la mano, le dijo –Mereces ser feliz, gracias por todo -, cerró los ojos y murió.
Ella, le hizo un entierro precioso, todo blanco: vestidos y flores, como si se anunciase la luz que se le venía a ella para la vida.
Ya en casa, sola, le llegaron las cartas que tanto había esperado. Leyendo una a una, se fue llenando de nuevo de felicidad, de vida y de energía. Ya estaba ojeando las últimas, cuando tocaron a la puerta de su casa. ¡Era su amado quien había venido por ella! Así se lo decía en su última carta que aún no había leído. Se abrazaron y besaron, como la primera vez. Él le explicó que tenía que venir por ella para apoyarla. En sus cartas se había enterado de todo lo que estaba sucediendo, gracias a que jamás dejó de escribir. Sabía que ella estaría sola pronto con su promesa cumplida y ahora venía por la de él. Regresó con todo el amor y el deseo de poderla tener por fin a su lado. Nunca le exigió nada y a cambio ofreció su amor incondicional. Se casaron y se fueron para China. Ya quien recibe cartas de ellos soy yo, pero sin estampillas, pues ya existe el e.mail.

lunes, 16 de mayo de 2011

Mi vida en la feria de las flores

Sección, de Historias y otros cuentos

Boletín Informativo – De la Facultad de Medicina, Universidad de Antioquia

Edición 103

Agosto de 2006

Desde que tengo conciencia, la Feria de tas Flores, ha sido un motivo de alegría y compromiso en casa pues se ha trabajado arduamente con las manos por ella.

Todo empieza en 1960, cuando mi padre trabajaba en el Club el Rodeo y el señor Arturo Uribe Arango, tuvo la idea de que los silleteros hicieran un desfile por las principales calles de Medellín, así como lo hacían normalmente cuando vendían sus flores por los barrios de la ciudad.

Para los que no lo vivieron, ellos ofrecían su mercancía transitando por la ciudad con sus silletas, las que ahora llamamos “tradicionales” que consisten en poner gajos de flores: aquí las margaritas, allí las cecilitas, más abajo las siemprevivas y así llenaban toda su silleta, que antes, cuando los conquistadores españoles aún existían en nuestras tierras, eran sillas que se utilizaban para llevar a los enfermos, matronas y señores. Así nuestros campesinos, los arrieros, se colgaban el cinto en la frente y transportaban a dichas personas. Luego, esa práctica de llevar a los “señores” se convirtió en un sitio de privilegio para las flores.

Con el tiempo, el desfile fue tomando fuerza y a los silleteros les pagaban con aguardiente y con una que otra “chuchería” para las casas y los premiaban con una especie de moños hechos en cintas.

Una vez llega don Arturo y le muestra a mi padre unos moños para que él le imprimiera los distintos puestos y así pudieran escoger las mejores silletas. Estas cintas consistían en lazos colgantes de diversos colores y muy cortas. Así que mi padre, que era buenísimo para el screen (impresión a mano en plancha de seda suiza), le llevó a mi madre la muestra y ella, a su vez, diseñó algo lindo y desde allí empezaron a hacer las cintas para el desfile de silleteros.

En esa época, se hacían en screen que no es como ahora, pues las letras se cortaban a mano, en un material que se traía de Europa o de Estados Unidos; su nombre era el profilm y se cortaba con un bisturí. Papá era excelente cortando el dibujo que le pusieran. Fue uno de los pioneros del trabajo en screen aquí en Medellín.

En casa, todas las cintas se hacían a mano y aun se continúa con ese proceso y se les dice “gallardetes”. Así pues, cuando se vieron las primeras cintas, vinieron otras ferias, con banderolas y cintas para premiaciones como el Fondo Ganadero, ferias equinas y ganade­ras, exposiciones caninas, con la señora Ligia Maya y las cintas de premiación de la Socie­dad Colombiana de Orquideología. Esto era un trabajo familiar, en donde todos colaborá­bamos y la casa se llenaba de telas impresas y Eloisa, mi mami, en la máquina de coser, dale que dale... era un buen trabajo.

Los gallardetes de la premiación para los sille­teros y las cintas de premiación de la Sociedad de Orquideología, seguimos haciéndolos en casa. Es casi una institución en nuestro hogar y ni cobramos lo que realmente cuestan, pues es más el orgullo de ver una cinta puesta en una silleta o en una orquídea que el trabajo que demanda.

Las cintas tienen diferentes colores. Estos son establecidos internacionalmente. Cada color está determinado para un puesto. Azul, primer premio; rojo, segundo premio; amarillo, tercer premio; verde, cuarto premio, y blanco, quin­to premio.

En las silletas se seleccionan las 10 mejores de cada categoría con un gallardete de color blanco y verde. Con la inscripción de finalista. Las categorías son: tradicional, monumental, emblemática, junior, infantil y comercial. De éstas salen los primeros, segundos, terceros, cuartos y quintos puestos. De los primeros 6 puestos se premia la mejor de todas y se le coloca un gallardete tricolor con la inscripción de “Ganador Absoluto”, que tiene los colores de la bandera de Colombia. Cada silleta va adornada con la bandera de Antioquia.

Para llegar a un ganador, los jurados toman varios puntos para la evaluación. Tienen en cuenta: la distribución, la cantidad de colores, la variedad de especie, la armonía y la frescura, entre otras cosas.

A cada silletero en la actualidad, se le paga la silleta. Se tiene un precio establecido por Fomento y Turismo.

Pero ¿qué silletas vemos año tras año en los desfiles? A través del tiempo, han ido aumentando su creatividad para mostrar las silletas. Tenemos:

Las silletas tradicionales: las cuales tienen una cantidad de manojos amarrados individualmente. El jurado tiene en cuenta la variedad de especies y deben ser flores cultivadas en sus fincas o en las aledañas. Es de elaboración sencilla y tiene desde flores silvestres hasta finas, por lo general de poco tamaño. Su dimensión mínima es de 70 x 70 cm. Las flores no pueden ser pintadas de manera artificial. Sin embargo pueden intercambiar entre vecinos las flores. La estructura es de pino.

Las silletas monumentales: son las grandes que, por lo general, terminan en gladiolos o espigas y pueden tener una gran extensión en su radio (1,50 x 1 m) Casi siempre son ovaladas. Se caracteriza por tener ramilletes enteros. Debe tener como mínimo cuatro variedades de flores diferentes. Su estructura o base es de pino.

Las silletas emblemáticas: son aquellas que tienen un mensaje intrínseco, ya sea cívico o educativo. Por lo general, les dan el tema para que se inspiren en algo básico, que casi siempre tiene que ver con el momento histórico de la ciudad, el país o el mundo. Las flores van pegadas o clavadas, sobre cartón o icopor.

Las silletas comerciales: son las que van al final del desfile y están diseñadas para una empresa en especial. En este caso, las flores pueden ser pintadas de acuerdo con las necesidades del logo. La empresa que desea ser representada, decide cómo va su diseño y qué quiere expresar.

lunes, 28 de febrero de 2011

Viaje a Perú

Hola... mi viaje a Perú, fue más o menos lo que esperaba.
Salí de aquí hacia Bogotá, y en el lado de mi silla iba un profesor de la universidad que también iba para Lima. Nos pasan el famoso control de aduanas, hay que llenar el dichoso papel. No se pueden entrar ciertas cosas, como más de 5 rollos de película, solo una cámara de fotografía, una cámara de video, hasta 5 películas de video, llené el papel. Así que pensaba, me van a cobrar impuestos, llevaba 12 o 13 rollos y una cámara digital!!
Cuando llegué a Lima, tipo 1:30 a.m.Aeropuerto Jorge Chávez, parecía la torre de Babel. Llegaron junto conmigo aviones de Asia, Europa, Norte América, latinos, en fin, de todo como en botica. De ahí, camine y camine con maletines, no hay bandas transportadoras!!!

Vienen entonces revisiones allí, camine allá, pasaporte aquí, botón rojo o verde, susto del rojo, pues llevaba más de los rollos permitidos... maletas y a la calle. Miro, y veo un gentío...!! Dios mio!! Me pregunté: -si vendría por mi? Miro a todos lados y veo un tipo alto, que sobresale encima de los demás (1,87) desplazándose entre la gente y me sonríe. Va tomando la maleta de ruedas, me da un abrazo y un beso pero yo giro la cara. Me dice: -eres mucho mas guapa de lo que imaginaba-. Se le ve una felicidad inmensa. A pesar de "conocernos" por internet, cámara, teléfono, siempre me asustaba un poco la idea. Nunca sabes a quien tienes delante.
Taxi? Nos preguntan, dice él: -vamos a San Miguel- 30 soles, dice el tipo, a mi ni me va ni me viene, pues ni idea de cuánto cobran. Así que veo que él se pone serio, y me dice, “hijita, estás en Perú, aquí son un nido de ratas”, vamos mas afuera… preciso, el precio final queda en 12 soles. Sorpresa! Los taxis no tienen taxímetro. Cada uno cobra lo que quiera!!! Una maravilla.. jajaja ya te imaginarás con los dólares y euros, cómo les irá de bien. Un dólar está a 3,18 soles. (mas o menos 723 pesos colombianos un sol)
Llegamos al hotel, y el tipo estuvo a la altura.  –Si no te gusta este hotel, nos vamos para otro- Le dije que estaba bien. La verdad, no quería discutir, pues ya era la una de la mañana, y estaba fundida. El hotel estaba cerca a Miraflores, y también de una Huaca llamada Pucllana, que para ellos son sitios sagrados y están siendo investigados. Hay varios. Falta ver cuántos no han dañado en la construcción de la ciudad. Rob, no es amante de estos sitios desafortunadamente.

Aun no hacía bien las cuentas del valor de un sol vs. Dólar o pesos colombianos.
Llega el día, y a conocer pues a Lima, Silvia había dado una opinión y Gloria otra. Ambas fueron en épocas distintas, y yo esperaba ver una Lima de esas de “señorita Laura”, sucia y deprimente… a Silvia le tocó cuando era muy muy pobre y sucia, y me dijo que lo que mas le había impresionado, era la grasa en el piso, pues en Lima rara vez llueve, y sin embargo me tocaron dos días de garúa.. una maravilla, pues allá hace un buen calorcito como de ciudad costera que es. Gloris, no me había dicho sino cosas lindas, pues como ella es tan “pinchis” había estado en sitio de ricos, y con auto a su disposición, pues son amigos de una familia “bien” en Lima, y ya le había recibido al hijo en Cali. Así pues que ricos con ricos jajajaja. 
Salí pues, no llevé sino algunos dólares para cambiar, y ni bolso, pues como roban tanto, decidí llevar la mini cámara digital, que había comprado. La más barata por si me la robaban.

Caminamos por el centro, por las iglesias, la parte histórica… en fin. Bonitas y tristes las diferencias. Zonas de ricos y zonas de muy pobres. Los autobuses tremendos… sin timbre, solo con una mujer u hombre que le cobraban a uno puesto por puesto y gritaban todo el tiempo el nombre del sitio a donde iban. Las direcciones de las casas, nada de calles o carreras, era algo así como el nombre de la calle y un número. Nada más. Pero nada que lo guíe a uno. Creo que le hace falta un metro a esa ciudad. Es grande. Tiene muchos jardines, cosa que me llamó la atención, pues con ese calor, piensa uno que el agua es difícil de conseguir o cara. Parece que las autoridades se encargan de ello. Las riegan casi todos los días.

Había varios tours en autobús con vista en el segundo piso a horarios establecidos. Se llama Mirabus (http://www.mirabusperu.com/). Fuimos a uno, pues los demás ya se habían recorrido a patica… con cobro en todas las iglesias. Con Roberto (el peruano que me recibió), fuimos al mar, a un centro comercial muy bonito “Larcomar”. Como hay muchos extranjeros, se veía cada caso… catanas con sardinos peruanos de la mano, y muy acaramelados; peruanas jalando inglés muy abrazadas con los rubios… también vi muchos latinos, pero hasta el momento ni un colombiano. Mucho argentino (lindos), chilenitos, hasta venezolanos, ahhh y brasileños... bien lindos…

En las visitas, comparaciones con las de México, y rabias con los españoles, pues definitivamente cuánto nos robaron estos desgraciados en el famoso descubrimiento y colonización!!!. Pero en fin, ya vemos la mezcla del mestizaje a dónde nos ha traído, a una cantidad de ladrones y pícaros. Jajaja.
Después de medio conocer algunas cosas en Lima, la venta de libros de segunda, de primera, pero piratas, artesanías, cambio de dólares y euros en la calle, llamadas por celular a 0.50 céntimos y el famoso: -cómpreme señorita- con esa voz tan aguda y tan perseguidora. Fui también al Callao… un sitio un tanto lúgubre, en donde hay pesqueras por cantidades. Entramos a la casa de un señor, con el que Roberto quiere trabajar. El tipo cristiano, y con pesebre en la casa. Casi todos los pesebres son iguales. El portal y los reyes. Nada mas. Hasta los de las iglesias son así. No como los nuestros, preciosos, con casitas y ovejitas y todo eso que se le ocurre a la gente poner. Ah también había un Home Center. Compramos un esmeril. Me pareció mas desordenado y no se encuentran todos los productos que tenemos nosotros. Luego nos fuimos para Tacna.
Empiezo a mirar paisajes venusinos. Me preguntaba por qué la guerra de las galaxias no había sido filmada allí. Jajajj uy tremendos desiertos, y soledades.
Se pasa por balnearios lindos, playas de Asia (un lugar para ricos), Cerro azul, Chincha alta, Pisco, Nasca (allí hay que pasar de largo, pues la montadita en avioneta cuesta 60 dólares), aunque hay una estructura para uno subirse, pero no es igual. De todas maneras eso se ve en TV ajjaja. Bueno luego desierto por unas buenas horas…y una que otra vez, se alcanzaba a ver el mar.. lindo.. mucha cruz en el camino. Es demasiado rápida la carretera. También se ve una que otras casa y se pregunta uno, de qué vivirán? Con qué agua?... llegamos a Chalá.. como un caserío, pertenece a Arequipa. Creo que ahí cenamos. Va por cuenta de la empresa en la que viajamos.. y adivina que era la comida!! POLLO.. mi mas detestable plato!! Jajaja, la gaseosa, Inca Kola, suerte que vendían leche chocolatada en cajita.. esa fue mi comida jajaj.. bueno pasamos por otros sitios mas.. fueron 17 horas de viaje.. ya llegamos a Tacna.. calor insoportable… todo de color ocre, crema, blanco, olor a pescado, las casas con veraneras, o curazaos, como le quieran llamar. En la casa de la familia de él... todos como si me conocieran de toda la vida... abrazos, besos, bienvenida, en fin... todo el mundo revoloteando arreglando la casa. Me invitaron a cenar a un restaurante chino, y luego a ir al “Grifo” (gasolinería) del esposo de una de las hermanas de Roberto. Allá vi unos señores argentinos preciosos, uno de ellos conocía a Medellín y buena parte de Colombia. Van por todas partes vendiendo autos antiguos o cobrando por llevar un matrimonio al altar en ellos. Divino el señor más viejo. Ojos azules y alma hermosa.
Llegó pues el 31, y fuimos a la playa en la mañana. Queda como a unos 45 minutos en autobús.
Martica linda, se fue de short, y camiseta, sombrero encintado y cámaras en mano. Medio grabé cositas del mar… el sol me aturde… insistieron en que me metiera al mar. Helada la dichosa agua, pero yo preocupada por las cámaras… las dejé en donde dijeron que nada pasaría… debí escuchar a mi corazón que decía “no las dejes por ahí”.. preciso: llegó la ola me tiró lejos, perdí el equilibrio y vi que no alcanzaría a llegar a rescatar mis cámaras… así que vi navegar mi cámara barata digital, la de rollo y la de video, afortunadamente la tenía en la mano una hermana de Rob; pierdo el equilibrio y voy a dar contra una roca… resultado, cuarto dedo fracturado del pie. 
El agua está fría, pensé que el golpe había sido duro, pero con el agua se calmó un poco el dolor... mas cuando fui llegando a la casa.. mammma mía... dedo negro... pufff me lo fracturé... pensé. Me duché, el agua dulce, solo la ponen de 8 a 9 y de 1 a 2 en la tarde. Me cambié, el genio se alborotó un poco, porque me puse tenis con medias y Rob dijo que no me veía bien. Allá no usan medias con los tenis. El calor es muy seco. Le dije que me vestía como me daba la gana, que el dedo me dolía mucho. 
Él se puso a cocinar una cantidad de carnes. Yo llevé mi “lonchera”. Cuando se viaja, uno debe comer o frutas o verduras del sitio, pero nada cocinado, al menos al principio, porque o si no, te dá, el mal del viajero. Ya sabía a lo que me tenía que atener ajjaja. Ayudamos todos en algo en la casa y la mama me dijo que dormiría en la misma habitación mía. Por mi, no problem. Llegó la noche, encendí mi velita blanca en honor a mi familia, que así lo habíamos acordado. Ellos encenderían una en mi nombre en Cali. Me cambie, me puse titina, y empieza a sonar musiquita... y yo con el dedo negro.. Me puse hielo por encima y por debajo del dedo. Y así bailaba, hielo, baile, hielo jjaja. La hermana de él trajo sombreros, anteojos, y todo un festival amarillo. Jajaj para la buena suerte… fue muy simpático todo eso.
Sonaron las doce, y Roberto y yo nos fuimos a caminar mas tarde por la playa. Yo descalza por la arena... el dolor era sabroso… la playa estaba llena de gente… con carpas, con muñecos de año nuevo… en fin. Nos sentamos sobre la arena, y el tipo se me ha declarado. Yo no sabia para donde mirar… y pensaba y que digo yo aquí? Jajaj le dije que él era gran persona, buena gente, pero que yo no estaba enamorada. Que tenía obligaciones en casa. Dijo que esperaría lo que fuera necesario por mi.

Regresamos a la casa, nos quedamos como dos o tres días allá. Yo que me enloquecía. Que calor tan tenaz.. seco.. y el dedito sancochándose. Él, feliz cocinando, le encanta cocinar, y más para ese batallón, sobrinas, sobrinos, hermanas, cuñados, amiga colombiana, pegados, metidos, y tíos. Fuimos a una de las playas mas lejos, en un carro ¾ ahí atrás hasta con perra grande, dedo hinchado, y bebé en coche. Las playas estaban atestadas. Allá como que tienen la costumbre de recibir el año nuevo en la playa, como un signo de nueva vida y energía. 
Fuimos dizque a buscar mariscos, con lo que me gustan a mi esos bichos… pero en fin, había que ver como era el asunto. Me fui sin cámaras, y claro, ya sin la digital, tenía que guardar los rollos para Cuzco, pero me arrepiento, pues había unos paisajes espectaculares. Mas de un cangrejo por ahí caminando de lado (que no se el motivo de este andar.. serán gays? Ajjaja) el dedito se aporreaba más de una vez, pues caminábamos entre rocas y piedras. Nada, ni un marisco. (Gracias a dios para mi jajaj, pero que va, por la noche él cocinó ceviche y como era la colombianita, pues de primera para probar todo buagg.. tocaba no? Suerte que ya había dicho que a mi no me fuera a molestar con el asunto de la comida. Siempre he sido mimada para ese asunto. Sin embargo, probar, tocaba. Él cocina bueno, pa’que). Sin encontrar mariscos, todos se recostaron en la arena, con sombrilla y toda esa vaina... Parecía paseo de olla y pelota de números. La dichosa perra que está encinta, le dio por salir detrás de unas niñas indígenas que jugaban con una pelota y se ha venido furiosa la mamá indígena a ver por qué no le ponían coto a la perra, mejor dicho, se calentó el parche. Casi todos en esa parte de la playa, eran indígenas. Todos de sombrillas, de botellas, de sombreros, de asado ahí mismo, típico el asunto. Así que yo si decidí meterme al agua, con las abarcas que me regaló mi adorado Toni el catalán, porque se ve arena y cuando menos piensas, hay roca por debajo. La risa fue que me quité la camiseta y la falda que tenia debajo y todos miraron; que risa, me sentía super analizada. Todo el mundo tuvo que ver. Y yo ni corta ni perezosa con mis piernas blanquísimas, con mi várice y mi celulitis, al agua. Ah, ya uno está por encima del bien y del mal. Me metí sola al agua, y a recibir esas olas deliciosas. Mientras a todos les dio por dormir. Claro, estaban enguayabados.  Luego comimos sandía, que caían al pelo. Allá hay mucho sembrado de sandías, se ven preciosas. Cenamos en la noche y pusieron boleros como hasta las 3 de la mañana. Yo me tiré a mi rincón en el piso, llevé dos de mis trapitos, y a dormir. 
Al otro día, regresamos a Tacna. Caminamos por las calles de la ciudad, fuimos al restaurante de uno de los hermanos de Rob, medio seco y serio el hombre, mas bien bonito, y fuimos a varios sitios que él quería que conociera y lo vieran conmigo por ahí derecho. Como me vio desesperada por viajar a Cuzco, fuimos a la agencia de viajes del primo. Muy lindo el primo, pero ni modo de coquetearle ajajaj. Rob es medio celoso, pero ganas no me faltaron y eso que el David es gemelo idéntico... pa’colmo repetido y me vendió pues el tour a Cuzco, porque Rob no iría. Arranqué sola. Él tenía que trabajar y creo que no tenía el dinero. Eso costó unos 320 dólares.
Eso incluía el pasaje de Tacna a Cusco, unos 50 soles y hay que pagar 1 sol de embarque, siempre. Son 17 horas de viaje: Tacna, no se si ya lo dije, está en los límites con Chile. Tiene universidad, aeropuerto y Terminal de transporte. Allá hay una oficina de turismo, que tiene uno que pagar un sol por la información de los sitios turísticos… en México la regalan…!!! En Perú, hay teléfonos por todos lados, e Internet. Bueno, de la agencia, alguien me entregaría el Boleto turístico, un boleto que tiene que tener uno para visitar todos los sitios en Cusco. Me tendría el nombre del señor que me recibiría allá, y el tiquete para irme. Los autobuses, buenos, de esos de cama y amplios. Rob se molesta mucho con eso, pues no cabe en la mayoría. Yo me fui en el Expreso San Martín. En las terminales también había el USO DE SERVICIOS HIGIÉNICOS URINARIOS. Y decía S.H... y yo mas perdida que embolatada con esas iniciales. Costaba S/0.50 hasta por lavarse las manos, S/0.50… en fin, al menos eran servicios sanitarios normales… no como el que vi en el camino... dos huellas y un hueco en el medio... JESUS SACRAMENTADO, DIVINO ROSTRO! Ya te podrás imaginar yo sin entrar al baño, de puro fastidio… obvio que me dio infección urinaria. Aguantaba por todos lados. Así que tampoco daba del cuerpo. Claro que poco comía. Sino era empacado ni medio conocido... no. Aunque si comí frutas. Eso si. 
Bueno, salgo en el autobús en el primer piso, al lado un señor de bastantes años, con chaleco, saco y sombrero, muy bien puesto. Lindo. Se le acerca una chica y le pregunta si el interpreta los sueños, y el le dijo que si. Ella le cuenta su sueño. Yo muy prudente, me giro hacia mi ventanilla e hice caso omiso a la conversación. No se en qué quedó la interpretación, ni que era el sueño. El señor, muy bello, me preguntó que de dónde era y algo me dijo de su Perú. Luego me perdí en mi ventana, para mirar cada parte del paisaje. 
Inicio nuevamente con el desierto para un lado, y para el otro… varias horas de nuevo con eso… a veces llamitas por ahí brinconiando, se veían preciosas, otros lapsus de sueño, otra vez ventaneando.
De pronto, veo que una chica empieza a entregar paquetes a diestra y siniestra. Me dice, “usted señorita?” y nooo el asunto es contrabando. No se puede pasar no se que tipo de mercancía, pero no lo hago aquí, ahora para hacerlo fuera de mi país, ni mas faltaba!! Al momento nos piden a todos, identificación, pasaporte o el DNI, la cédula para nosotros. Bajan todos los documentos.. ah, tambien antes de salir de todas las terminales, lo filman a uno. Cada cara es registrada. Bueno, me asusto con el asunto, pues mi documento estaba en manos de la policía. (en otro sitio, ya nos habían hecho bajar, pasar por Rx, los bolsos, y revisar la bodega). Un chico se sube un poco antes, guarda en la mochila algo, se pone a conversar abajo como si nada, el policía regresa con los documentos, respiro, está completo mi pasaporte, pues ahí tenía el documento de entrada al país. Nos hemos subido ya, el chico vuelve cobra unos soles, devuelve el material, y salimos de nuevo. Era una frontera. No se si con Chile o con Bolivia.
Llegamos a un sitio, en donde paramos, y vendían gelatina, chicha “morada”, chócolos pero de diente inmenso (como cocidos al vapor), agua, cáscara de chicharrón como el que venden en Bogotá, y mil cosas que ni miraba mejor, además acordándome que había mucho “choro” (ladrón). Arrancamos con pasajeros nuevos, y eso que era un autobús directo… igualito que aquí. Ya los Andes, estaban siendo pisados!! Lindos!!! Por fin veo verde, y la nieve!!! De esos nevados que uno imaginaba en clase de Geografía. Preciosos… la nieve ahí cerca de la mano y ahí si, empieza un lindísimo dolor de cabeza. Simplemente espectacular. Los 4.200 mts, me estaban matando. El dolorcito era como de jaqueca que uno no puede casi ni abrir los ojos del dolor. Pero las pastillas… no puede ser.. se quedaron en la maleta que dejé en Tacna!! Ah bruta que sos!!! Allá se quedaron pues. Solo había traído algunos medicamentos en la mochila de Anita (mi sobrina), que hasta por cierto, sirvió cantidades. Llegamos luego a un sitio llamado, el “Desaguadero” o Aullagas (nombre del río que sale del Titicaca)… y otro “Punta Perdida” pues si, perdida para los demás… que lejanía, no sabe uno cómo vive gente allí. Las construcciones si estaban hechas en barro y paja. Muy diferentes a las de Lima o Tacna. Muy cerraditas, muy color barro. Se notaba el frío que hacía en esa región, fuera de lo que se sentía. Yo estaba de Gorrito, bufandas, guantes, en fin, de combate para el frío. Llegamos a la belleza del Lago Titicaca. INMENSO, parecía un mar.. hermoso con todas esas construcciones tan diversas a su alrededor, a 3.800 mts… fascinante y los indígenas en esas islas flotantes.. en sus balsas de Totora, que entre otras cosas, hay un tour, para la gente mas guapa, que consiste en pasar la noche con los indígenas, comer, desayunar todo hecho por los indígenas Aymará, sin agua, sin luz, en fin.. pa’“machos” o aquellos amantes de la “naturaleza y lo primitivo” eso si no es lo mío. (Titicaca viene de la palabra Intigarka, de los Aymaras, y significa: “inti” sol, y “garka” peñasco. Actualmente es conocida como “Isla del Sol”). También hay hoteles con saunas, restaurantes. Obviamente se ven también lanchas, y botes de todo tipo y tamaño. La comida peruana, muy buena. Con decir que yo comí. Con lo que no pude fue con esas lenguas… quechua y aymará.. nooo parecen de pelea cuando lo hablan... que cosa mas complicada, y mas en ese tono tan agudo que hablan ellos. Duele al oído.
Tienen esa mezcla de religiones indígena y católica… que ni se diga!!!
Llegamos por fin a Puno, ahí se baja casi toda la gente. Nos hacen bajar un momento. Que ciudad mas helada. Tocó ir S.H. S/0.50 cuesta. Está mas o menos limpio.. aleluya!!! Oriné por fin. Esperamos como una hora y de nuevo a montarnos al autobús. Sigo en mi asiento. Se suben varios extranjeros. Veo uno pispito, mejor dicho, divino!!! hasta que le escuché un “cierto?” y me vino el alma al cuerpo: -ustedes son colombianos?- les pregunté.. ah que felicidad… de medallo pa’colmo. Que bueno, primeros colombianos que veía y ellos también la primera colombiana. Nos reímos un rato. Luego a mi lado se sentó un americano con un excelente español. Iba con cuatro viejas. Le dije ah, usted es el guía? Y me dice, qué hombre puede ser guía con cuatro mujeres? Ajjaja, la de adelante le dice, te estoy escuchando.. ups.. cerré mi pico jajaja.
Llegamos ahora a Juliaca, a 3.800 mts, con unos 218.000 habitantes. Paso obligado para ir a Machu Pichu. Es llamada “Ciudad de los Vientos” o “Ciudad Calecetara” (hacen calcetines y todo tipo de tejidos en lana). Tiene aeropuerto dizque con la pista mas larga del mundo y la ciudad es como pujante. Mucho comercio. En el autobús por lo pronto, nos presentaron películas de Jean Claude Van Dam, Arnold Schwazeneger, en fin… las de siempre. Ya si tocaba dormir, pues desde las 8 de la mañana estaba sentada y ya eran como las 12 de la noche. Pasamos por Sicuani, un pequeño poblado, San Pablo, vimos a Quimsachata un lindo volcán, el poblado de San Pedro, cantidad de cerros con unos nombres como: Tintinsaya, Huaniturbe, Pucara, el poblado de Cusipata (todo lo que tiene la palabra “pata” significa terraza en quechua), Urcos, Andahuailillas, Rumi Huasi, y llegamos por fin a la ciudad de Cusco. 17 horas.. cintura buena… aun jaja
Allá me esperaba el Señor Víctor Herrera, con mi nombre en la mano Marta E. Sinfuentes (uuyyyy), empezamos con mala ortografía en mi apellido, en fin, muy amable el hombre, tipo indio, bien vestido, le entregué mi baucher y él a su vez, me tomó las maletas, las metió al auto y rumbo al hotel dos estrellas jajaj. Hostal Inka Fe. Bonito, aseado, sobre todo el baño, que es lo mas importante para mi. Doña Hilda, mi jefe me había regalado unas chanclas que son hechas en fommy y se puede poner planas y volver a armar. Deliciosas. Salvación para todos los hoteles. 
Llegué como a las 4:40 de la mañana. Me dieron té de coca y a dormir un rato. Me levanté temprano, vi un lavadero de ropa diagonal al hotel y llevé un blue jean que tenia “varias posturas” me cobraron 2 soles. Al otro día me levanté, el señor vendría por mí a la 1:00. Me fui a caminar por ahí, muchísimos extranjeros, de todos los colores y tamaños, nunca supe los sabores y los olores, prefería tener la nariz tapada. Anduve por los sitios de las artesanías, pregunté por todo, pero compré de ojo. Supuestamente Gloris me había dicho, que en Pisac, había de todo y a mejores precios. Y el bolsillo estaba como escaso además. En Cusco conocí: Las ruinas de Coricancha, el convento de la Merced, preciosas las tallas, Museo de Arqueología (sitio en el cual un chico se me acercó a decirme que si “necesitaba compañía”), Museo Inka, (allá los museos están abiertos hasta muy tarde la noche). Eso en la ciudad de Cusco, Luego fueron por mi, y me tocó montarme en un autobús con una cantidad de gente de Alemania, Argentina, Perú mismo. Nos llevaron a dar un vueltón por la ciudad y a diversas ruinas que están en los alrededores de la ciudad. Camine y camine y mi dedo se tuvo que aliviar solo, no era de enfermarse: Sacsayhuaman, Qenqo, Kusilluchayuq, Mantokallapaqcha, Chincheros, Tambo Machay, Templo de la Luna, Pisac, Ollantaytambo, Puca Pucara, Tipon, Moray. En valle sagrado, por fin VERDE, VERDE, y no el del nacional!!! un verde como el de Rionegro, o cualquier montaña nuestra. Verde por fin. Dios mio!! No podía creerlo. Una señora de Cajamarca, Perú, me dice, cómo le parece el paisaje, y le dije emocionada, así es mi tierra!! Cuando quiera venga a ella. El hijo estaba allí un tipo inmenso que jalaba alemán a diestra y siniestra, estaba con su novia alemana. Él estudia allá. 
Bueno, para ver todo estas ruinas, fueron dos días. También alcanzamos a ver Nevados en las visitas a la periferia. No me cansaba de verlos. Preciosos. Aunque en algunos de estos sitios, la respiración me fallaba. Puras escalas y altas cimas. 
Compré un precioso aguayo en el camino. El conductor Jimmy Parada Calderón, super precioso, altísimo, me dejó sentar adelante y me decía en donde podía comprar una cosa o la otra, y hasta me iba a prestar dinero en un momento en que no encontraba yo la billetera. Reducía velocidad para que yo tomara las fotos y me iba explicando que nevado era este o aquel. También nos llevaron a una casa artesanal, en donde escogieron a los mejores artesanos de la zona, para trabajar ahí mismo delante de uno. Me puse a conversar con todos ellos. Trabajaban plata y tejidos básicamente. Muy lindo el lugar. 
Llegó por fin, el día soñado: Machu Picchu. Irían por mí a las 5 de la mañana. El tren salía a las 6:15. Fueron por mí, me llevaron a la estación, bonita, y los chicos del tren, con unos abrigos largos, preciosos. Y oh frío el que hacía. Desayuné allá, y luego al tren. Muy organizado. Me tocó con unos colombianos!! Ajajja tanta gente de otras partes y preciso me toca con colombianos. Una familia de bogotanos y vallunos. 4 horas en tren. Se ve el río Urubamba que va a desembocar al Amazonas. Y una que otra ruina. Luego llegamos a Aguas Calientes, un sitio pequeñito, pero de ventas, restaurantes, hoteles, y aguas termales (buaggg.. no había desagüe de ellas.. una agua ahí estancada que fastidio!!) y también la venta de los famosos ponchos plásticos para la subida. Yo me había llevado el mío de motociclista, muy asesorada por mis hermanitas. Y el famoso: “un sol señorita”, “cómpreme que no he vendido nada”.. ah, eso de tomarse una foto con cualquiera de ellas, “un sol” en fin, de todo, y euros y dólares a la lata y uno como latino, peleando cuanto precio había, y mas diciéndome española todo el mundo.. y yo.. noooo soy latina, tan pobre como usted! Les decía. Para Machu Picchu si me puse mi camiseta en donde decía COLOMBIA.. ehhh para que dejaran de decirme española… ni mas faltaba. Nos hicieron esperar un rato, yo iba en el combo del guía: “Silverio, para servir a Ud.” con una banderita roja. Nos montamos en buses, otros 20 minutos de camino. Llegamos a la entrada de Machu picchu, hay un hotel turístico. Ni pregunté el precio por obvias razones. Nos juntan a todos los de la bandera roja. Estoy con un brasileño que había visto antes, solo y precioso. Enrique se llama. Parecía la cara de Jesucristo, de esos que nos pintan lindos por ahí. También iba una pareja rusa, unos alemanes, australianos, dos japonesas, los chilenos de otras excursiones, argentinos, bueno. Teníamos que llenar un cupón ahí con el nombre y el sitio de donde éramos. Lo entregamos a la entrada y a caminar. El aire en los primeros diez escalones, ya no me daba… empieza a lloviznar.. ah mi capa amarilla!!! Si quiera que hubo que usarla, pues la cargada no era justa. Nos demoramos un ratico esperando al guía Silverio que se nos había perdido. Otro guía nos había recibido. Uno nos hablaría en español y otro en inglés. Así que mientras Silverio aparecía, di unas vueltecitas. Vi unos tipos lindos, y resultaron ser caleños. Afortunadamente bonitos. Nos dejaron caminar unas escalinatas y por fin las famosas construcciones, tal cual se ven en las fotos y postales. Que desocupe el de esos indígenas. Hacer semejante ciudad a esa altura!! Muy bonita, muy organizada, muy extraña, muy alta, muy de todo, se viene uno hasta con rabia sin saber tantas cosas que se le meten a uno en la cabeza. Vi a una europea sentada sobre una de las terrazas, y ahí mismo empezaron a pitarle. Está muy vigilado eso allí. No se puede hacer nada que atente ni contra el humano, ni contra las piedras. Caminamos, nos explicaron, filmé, tomé fotos, le tomé una al Enrique, otra al caleño. Y obviamente a las ruinas. Hicimos un rito especial de esos de energías y cosmos, y quedamos purificados. 
Ya después, bajamos Enrique y yo, almorzamos juntos, hablamos un ratico, el tipo hablaba inglés fluido, español perfecto y todo él era divino, fue novio de una colombiana y estaba solo por sur América y de ahi pa’ Cusco otra vez en el tren 4 horas. Lentísimo. Por ahí sonó algo fuerte y era una manguera que se había reventado. Para explicarles a los que estaban a mi lado, era para uno morirse de la risa. No se que entendieron los de habla inglesa y menos los que hablaban portugués…eso era algo raro todos soltaron la carcajada.
Le había puesto a mi amigo de Cusco correo, diciéndole que me encontraba allá. Llame a su casa, y su hermana me dijo, no se por qué motivo, que estaba en Lima… dejé en Medellín el número celular de él… así que ni modo. Vio mi mensaje cuando me fui y llegó tarde al hotel
Me quedé pues sin conocer a Miguel. Con él me hubiese encantado hablar, porque él es del lugar y ama su tierra. Eso es lo bueno, porque te cuentan las cosas con mayor énfasis y amor: con pasión. En fin, de pronto algún día le conozca, sino, estaba escrito así. Yo lo había visto alguna vez por Internet en cámara. Me había parecido lindo e interesante. 
Llegamos de nuevo a Cusco y yo tendría que marchar al día siguiente. De la agencia se me dijo que a las 1:30 irían por mí. Dejé empacado todo. Me levanté tempranísimo, a buscar lo que todo el tiempo le busqué a la Gloris, pero no daba con el lugar en donde había visto algo para ella. Compre uno dos regalos que me faltaban, las sobrinas… uy casi no me decido por algo para esas brujas, porque lo que yo quería costaba mucho dinero y el bolsillo no me daba. 
Compre, corrí aquí y allí, para ver los últimos museos a los que podía ir. A la lata!! En mi vida había visto un museo con tanto afán. Tomé una que otra nota, pues después buscaría en algún libro o en alguna página de Internet. Llegué a las carreras y a bajar maletín. Me senté a esperar en el hall, y llegaron por mí. Me dieron un Certificado de haber conocido los sitios arqueológicos, todo bonito con mi nombre y todo. Mi apellido divino! SIFUENTES ah, que maravilla se veía con esa ortografía. Me llevaron a la Terminal de buses, me dieron el tiquete, pagué la montada de nuevo en el autobús, el famoso control, me despedí de mi guía, le di los dulces que le había llevado a Miguel. Subí al segundo piso y me senté. Raro, yo quería abajo y luego me dijeron que era mas caro abajo, y yo había pagado ese porte. Bueno me siento y cuando me dice una chica, oye, estás sentada en mi puesto. Si? A ver mira, aquí también dice lo mismo. Le pregunto a otro chico que número de bus tiene? 63 o yo tenía 62 y la chica 63… pánico!!! Soy yo la que está sobrando!!! Corra… ya se había ido el señor Víctor. A buscar el número en donde podía contactarlo. Pedí mi maletín, pues el tiquete decía que era del día anterior… uy dios mío!
¿Cómo así? Busque pues el teléfono. Me vieron nerviosa los taxistas y me dijeron que qué me pasaba, les comenté y uno de ellos me dijo que no me preocupara que la agencia tenía que responder.
Yo ni veía de la ofuscación y estaba marcando mal el número de Don Víctor. Los señores taxistas me ayudaron. Marcaron y maravilla! Contestó una contestadora automática. Así que decidí ir de nuevo al hotel. Dejé razón que me contactara allá. Me fui pues para el hotel, el dije a Eduardo, el chico que ahí me tenia de nuevo, que si estaba aun “mi habitación” libre. Otra vez mis cositas en su lugar y yo con ganas de llorar. Noo la lágrima estaba que me salía solita. Eduardo llamó a Don Víctor y el señor llegó con cara de congoja. Pobre hombre!! Se le veía la ofuscación. Una compañera había sido la encargada de la compra y parece que él tendría que pagar el porte era como unos 16 dólares, pero el hombre se ve que no ganaba mucho dinero. Siempre eran como unos 36.000 pesos. Traté de relajarme, acordarme de Gloris en su quedada en Argentina sin tiquete que nos tocó llorar cuando nos vimos por cámara, ella allá y yo aquí… que cosa! Esperé a que llegara Don Víctor con el nuevo tiquete. Apareció con él, salgo a las 10 de la noche. Dejé mis cositas en el hotel. Hablamos un ratico Eduardo y yo del software de Google Earth. 
Bueno, traté de relajarme, irme para el restaurante del mismo hotel y pedí una hamburguesa mexicana; suena raro, pero sabía riquísima. Hasta chorizo tenía. Tomé un jugo y luego me fui a caminar por ahí. Ahora si, encontré los areticos para mis sobrinas, y el dichoso aguayo para Gloris…
Entré a otros museos y fui a buscar el sitio en donde todas las noches, unos estudiantes de la universidad de allá, bailan las danzas tradicionales. Muy lindas. Allá me encontré con más de uno de los compañeros de los toures. Unas chicas me dijeron que si podríamos ir al otro día a un sitio, pero les comenté que ya viajaba esa noche.
Fui al hotel, me embarqué, Don Víctor ni quería hablar. No sabía cómo disculparse el pobre. Le dije que si le había tocado pagar de nuevo el tiquete, y me dijo “deje así”. Bueno me subo al segundo piso, yo había pagado en el primer piso pero no sabía. Ventanilla. Cuando se sienta al lado, una india inmensa, con sus trenzas, sus faldas, su aguayo a la espalda, sombrero pequeño como lo de hongo que no se para qué sirve, suéter, un par de cobijas de esas de tigre impreso. Las puso sobre la silla y se sentó sobre ellas. Mamma mia! Quedó un poco mas alta que yo, como unos 50 cms. jajaj. Tenía yo la ventanilla abierta, mi chaqueta de Alaska, gorrito, guantes, y la bolsa con las cositas que había comprado. Puse mi carita sobre la ventanilla abierta, porque aunque supiera que serían otra vez 17 horas de viaje, pasando por nevados y todo eso, el OLOR de la indígena era tremendo! Y estaría dispuesta a quebrarme la nariz por el frío que por el OLOR, sinceramente algo indescriptible. Abrí la ventanilla lo más que pude. Ella dijo: -CIERRE LA VENTANILLA!- imperativo y todo el asunto. Le dije: Me hace daño (estaba que me vomitaba). Medio la cerré y seguí con mi carita al aire LIBREEEE. De de la bolsita se me salieron algunas cositas, y tratando de alcanzarlas, el olor se hizo peor. Claro, los pies colgaban y con ellos el hedor. Bueno, con mi linternita pequeñita, por fin pude ver a donde habían rodado las cositas y casi no las alcanzo. Me quedé por fin dormida. Llegamos a Puno. Me despertó bruscamente un señor. Que si iba para Tacna, tenía que dormir hasta las 6 de la mañana ahí. Aun olía a la indígena, pero aleluya! Ya se había bajado. Eran las 4 de la mañana. Le dije al señor que tenía que ir a orinar, y como tenía el overol de esos de maternidad, pues el señor me “dejó bajar”. Regresé y dormimos los tres pelagatos que íbamos para Tacna. Nos encerraron hasta las 5:30 o 5:45. Ahí si que me despertaron brusco: bájese que vamos a limpiar el autobús. No tiene que reclamar su maletín. Vuelve a entrar con el mismo tiquete. Bueno, bajé fui a “tomar desayuno” a orinar de nuevo, hace un frío del carajo allá. Y me puse a caminar. Fui a lo de los tiquetes, -SEÑORA USTED ESTÁ BIEN NO TIENE QUE VOLVER AL ASUNTO DEL TIQUETE, NI PAGAR LA SALIDA. Me relajé, caminé por el Terminal, cuando me encuentro con los otros tres clientes de Tacna y me dicen, la estábamos buscando, el autobús se regresa a Cusco y su maletín se va. A correr como loca hacia el autobús. Ya eran las 6:30, ya la salida sería a las 7 de la mañana. Delicioso no? Uy sin maletín. Casi no me lo entregan. Por fin, y espere de nuevo adentro. Llamada al nuevo autobús. Ahora tendría de compañía a un par de niños preciosos, solitos, pero dos!! En una sola banca. Les dije que eso estaba prohibido. El chico se iba para las sillas solas cuando podía.
Salimos hacia Tacna, casi 8 de la mañana. Avísele a Rob que llegaría como tres horas tarde. Estuvo bien el viaje. 
Llegué a Tacna. Rob no estaba. Bejuquera mía… obvio… lo llamé al celular, porque ni idea de llegar a casa de él. Se apareció en par segundos ofreciéndome disculpas, pues había ido dos veces, y no habían sabido darle información sobre la hora de llegada. Al menos, eso fue lo que dijo.
Para casa. Unos días más en Tacna. 
Fuimos por los tiquetes para ir a Lima. No había en el autobús que él quería. Marchamos a otro, había a las dos de la tarde y otro a las 4. Le dije que nos fuéramos en el de las 4. Salimos para Lima, nos bajaron varias veces a requisa y Rob que se lo llevaban los mil demonios, porque se molestaba con la gente que llevaba contrabando y todos teníamos que pagar los platos rotos. Traté de calmarlo porque ya le iban saliendo chispas. Por ahí a las 3 o 4 de la mañana, paró el autobús. Rob acababa de ir al S.H. me dice ves? Nos dijeron que era directo y ya pararon estos desgraciados. Le dije, no digas nada, acaban de subirse unos argentinos, y parece que algo sucedió. “Ah, hijita” me dice, -hay un autobús de estos chocado contra un auto-. Era el autobús que no habíamos tomado nosotros. Los chicos tenían la ropa con un poco de sangre. Se acomodaron en donde pudieron. En el piso y en las sillas desocupadas. 
En la mañana nos dieron desayuno, y al mediodía almuerzo. Cual avión. Rico y bien presentado.
Llegamos a Lima, y estaban esperando a los chicos argentinos para llevarlos a revisión en el hospital. Nosotros tomamos nuestros chiros y al hotel. Estuvimos día y medio en Lima Rob tenía que hacer unas diligencias y lo acompañé. Me llevó por todas partes, me presentó a sus antiguos vecinos, a sus amigos, en fin, me hizo caminar por todos lados. Luego al hotel y a levantarse a las 3 de la mañana.
En el aeropuerto, vi caras conocidas, un actor colombiano, compañeros de la u. Otra vez los paisas aquellos… ya en la fila, por parte de la aerolínea, me ofrecieron quedarme, con pago de hotel en el Meliá, pero yo ya quería estar en mi casita. Ya mi dedito me dolía ahora con zapatos cerrados de cuero. Rob, casi ni hablaba. Miraba al piso. Me despedí. Casi ni me dio un abrazo, parecía que no quería que me fuera. Subí al avión.. y de nuevo en mi bella Colombia. 
Y aquí estoy, tratando de pagar lo que debo jajaja y pensando en el próximo viaje.
Ciao